ACOSO.

Se cayeron las hojas verdes en su lengua
avanzaron los abecedarios en la esquina del ala de un dragón chino
caminaron sus muslos por El Parque Enriquillo
un policía del frente le silbó deseos carnales a la rivera de su blusa
el calor pegajoso acosa su respiración
un mercader la toma de la mano
y el tacón se queda atorado en el hueco inadmisible
de su cadencia,
se sienta y deja que el sudor se deslice por su pecho
el sudor en su valle busca una salida fantasmal
que destile sus emociones.

Su boca roja atrapa las miradas
su boca roja es arrullada por la humedad
sus manos sudadas tocan su frente, sus ojos, sus mejillas, su cuello
y de nuevo su boca…

Sus hermosas piernas nacen
y se filtran a través del ardor que emana de su corta falda.
“son sus muslos un desliz”
y la respiración lenta y sofocada de su pecho…

La respiración lenta y sofocada de su pecho
coquetea con todo a su alrededor…

Dame aunque sea una sonrisa chula… - dijo el limpiadotas.
No seas tacaña negra - agrego el mercader.
Come sola ..!!! - dijo el chofer del autobús.

El negocio ta’ malo y hace mucho calor…- respondió ella.
sentada en banco, debajo de la sombra
con el calor encima de ella
consumiéndola
agotándola
abrazándola
besándola
y amándola discretamente
frente a todos, a plena luz del día y sin pagar un centavo.

Juanjo Marte